El 22 de febrero es para toda la gran familia de los Heraldos del Evangelio un día muy especial, pues es la fiesta de La Cátedra de San Pedro y se cumple el 11º aniversario de su aprobación Pontificia.
La Cátedra de San Pedro
Para los Heraldos de Evangelio el amor y al obediencia al Papa es uno de los puntos fundamentales de su carisma y devoción, y es por eso que es muy providencial, y una alegría enorme, que el día de su aprobación Pontificia se diera en la Fiesta de la Cátedra de Pedro. Esta Fiesta trata de poner de relieve la misión del Maestro y del Pastor conferidas a san Pedro por Jesús, constituyéndolo así, en su persona y sucesores, en el principio y fundamento visible de la unidad de la Iglesia.
El martirologio romano celebra hoy la fiesta de la cátedra de san Pedro en Antioquía y el 18 de enero la de Roma.
La reforma del calendario ha unificado las dos en el día de hoy. Esta fiesta indica el lugar preeminente de san Pedro o su sucesor en el colegio apostólico, enseñado por Cristo cuando le encargó de dirigir y apacentar a la Iglesia.
Pedro, después de la Ascensión de Cristo al cielo, es quien preside la elección de Matías y habla en nombre de todos en este momento como en el día de Pentecostés.
El mismo Herodes Agripa sabía que dando muerte a san Pedro, la iglesia naciente acabaría.
La muerte de san Pedro en Roma confirma todas las tradiciones antiquísimas llevadas a cabo por investigadores tanto católicos como no católicos.
Lo confirman también las excavaciones emprendidas en el año 1939 por Pío XII en la Gruta Vaticana, bajo la Basílica de san Pedro. Los resultados los aprobaron incluso los no creyentes.
Es pues, esta fiesta la que marca la continuidad de la Iglesia, gracias al Espíritu que habita en ella y a la unidad que se establece entre esta cátedra y la de todas las iglesias locales.
Es también un homenaje al fiel discípulo y confidente de Jesús. Aceptó esta carga por amor. Y nadie arrebatará esta Iglesia. Está Dios con ella, por ella y para ella. La historia lo confirma.
Hace once años…
En febrero de 2001 el Siervo de Dios Juan Pablo II erigía canónicamente a los Heraldos del Evangelio como asociación privada de fieles de derecho pontificio. Era el punto de partida de una pródiga en actividad misionera.
Roma, febrero de 2001. Más de mil heraldos se reunían en la Ciudad Eterna para participar de la anhelada aprobación como asociación de derecho pontificio.
Los momentos culminantes de aquellos históricos días fueron la sencilla ceremonia de entrega del documento de erección, realizada en la sede del Pontificio Consejo para los Laicos, el mismo día 22; la Celebración Eucarística presidida por el Cardenal Jorge María Mejía en la Basílica de San Pedro, el día 27, y el saludo concedido por el Papa Juan Pablo II a Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, en la Audiencia General del día 28.
“El brazo del Papa”
En el mensaje que el Papa dirigió a los Heraldos en esa ocasión, les instaba a que fueran “mensajeros del Evangelio por intercesión del Corazón Inmaculado de María”.
Y el Cardenal Mejía, en la homilía de la Misa solemne en el Altar de la Cátedra, recordando que la erección canónica le daba a la asociación “una relación especial” con la Santa Sede, aseveró: “Lo que ustedes han querido hacer, lo que está expresado en los estatutos de ustedes y las tradiciones de ustedes, eso recibe ahora desde aquí una bendición especial. Así, vuestra asociación es incluida en el gran número de instituciones de religiosos o religiosas, pero también de asociaciones laicas que el Papa, por sus órganos especiales —en este caso el Consejo de Laicos— aprueba y envía” .Así, los Heraldos del Evangelio pasaban a ser, en palabras del Cardenal, “el brazo del Papa”, y su misión evangelizadora se transformaba en un mandato pontificio.