Letanía de San José
La devoción a san José, casto esposo de la santísima Virgen, ha sido particularmente
recomendad por los últimos Papas, entre los que destaca S.S. Juan Pablo II, de feliz memoria,
que lo propuso como modelo para las familias cristianas (Redemptoris Custos), siguiendo la huella de uno de sus predecesores, el Papa León XIII: “Los padres de familia encuentran en José la mejor personificación de la paternal solicitud y vigilancia; los esposos, un perfecto ejemplo de amor, de paz, de fidelidad conyugal; las vírgenes a su vez encuentran en él el modelo y protector de la integridad virginal” (Quamquam Pluries).
La Letanía de San José, al resaltar sus virtudes excelsas, nos incita más fácilmente a imitarlo, al mismo tiempo que imploramos su poderosa intercesión.
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Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
R/. Señor, ten piedad de nosotros..
Cristo, óyenos..
R/. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
Santa María, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David,
Luz de los patriarcas,
Esposo de la Madre de Dios,
Custodio purísimo de la Virgen,
Nutricio del Hijo de Dios,
Diligente defensor de Cristo,
Jefe de la Sagrada Familia,
José justo,
José casto,
José fuerte,
José obediente,
José fiel,
Espejo de paciencia,
Amante de la pobreza,
Modelo de obreros, |
Gloria de la vida doméstica,
Custodio de vírgenes,
Sostén de las familias,
Consuelo de los desdichados,
Esperanza de los enfermos,
Patrono de los moribundos,
Protector de la santa Iglesia,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas
los pecados del mundo,
R/. Ten piedad de nosotros.
V/. Lo nombró administrador de su casa.
R/. Y señor de todos sus bienes.
Oremos. ¡Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José para esposo de tu Santísima Madre!
Te rogamos nos concedas tenerlo como intercesor en el cielo, ya que lo veneramos como protector en la tierra. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. |