Nuestra Señora del Rosario

rosario

En la última aparición, octubre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”, y volvió a insistir en su recomendación: “Sigan rezando el rosario todos los días”.

Por especial designio de la infinita misericordia de Dios, María Santísima reveló al gran Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicos, un medio fácil y seguro de salvación: el santo Rosario.

Siempre que los hombres lo utilizan todo florece en la Iglesia: en la tierra empieza a reinar la paz, las familias viven en concordia y los corazones se encienden de amor a Dios y al prójimo. Cuando lo olvidan las desgracias se multiplican, se implanta la discordia en los hogares, el caos se establece en el mundo…

El Avemaría, base del Nuevo Testamento

Santo Domingo vivió en una época de grandes tribulaciones para la Iglesia.

La terrible herejía de los albigenses se había esparcido por el sur de Francia y amenazaba a toda Europa. La profunda corrupción moral que de ella provenía atentaba contra los fundamentos de la propia sociedad temporal.

Por medio de ardorosas predicaciones, Santo Domingo intentó durante años traer de vuelta al seno de la Iglesia a aquellos infelices que se habían desviado de la verdad. Pero sus elocuentes e inflamadas palabras no lograban llegar a esos corazones empedernidos y entregados a los vicios.

El Santo intensificó sus oraciones…
Aumentó sus penitencias… Fundó un instituto religioso para acoger a los convertidos… Poco y nada le valieron sus esfuerzos. Las conversiones eran pocas y de efímera duración.
¿Qué hacer? Leer más…

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