La familia Martin fue una de las muchas familias católicas que se inscribieron en las cofradías de oración para atender a los pedidos de reparación y de penitencia hechos por Nuestra Señora en La Salette.
La personalidad de Santa Teresita en una fotografía.
A esta magnífica fotografía de Santa Teresita del Niño Jesús falta apenas el relieve, para decir que ella está viva. Para comentar esta alma, procuraré explicitar las impresiones que esta fotografía produce.
Primera impresión
La primera impresión es la siguiente: ¡Qué niña!
Ella es aún niñita, llena de vida de frescura, saltitante, y con esa especie de extroversión propia de una niña aún en la infancia.
Ahí se ve la belleza de un alma de niña, en la delicadeza, en la fragilidad, en la lozanía de la naturaleza femenina. ¡Cómo esta fotografía está bien sacada, y cómo cogió bien a esta niña!
Segunda impresión
Por detrás de esta impresión entra otra, por la cual la persona siente una idea de pureza. Y la siente más o menos en todo.
La pureza está presente, antes de más nada en lo siguiente: se nota en ella, en el sentido verdadero de la palabra, una buena espontaneidad.
Es una niña que no esconde nada, que no tiene el hábito de esconder nada, y que sabe perfectamente que no tiene lo que esconder. Ella no tiene fraude no tiene disimulación.
De ella se puede decir lo que Nuestro Señor dijo de Natanael: “Aquí está un verdadero israelita, en el cual no hay fraude” (Jo, 1,47).
Aquí está una verdadera niña, pura, hija de una familia católica, que tiene en sí toda la pureza, toda la inocencia de una vida de familia católica, toda aquella delicadeza virginal que la vida de familia católica comunica especialmente a una niña. Y eso sin ningún fraude. Ella tiene eso enteramente, y no tiene el hábito de pecar.
Plinio Correa de Oliveira