Futuro y Vida en el Colegio Montesoriano

El día 21 de agosto se realizó el “Proyecto Futuro y Vida” en el colegio Montesoriano con los alumnos de tercero, cuarto, quinto y sexto. Los jóvenes pudieron apreciar una emotiva obra de teatro y debate y unos números musicales, después de esto pudieron asistir a un video sobre las actividades de los Herlados del Evangelio en El Salvador.

 

 

Viaje a Guatemala y Costa Rica

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Un grupo de jóvenes participantes de las actividades de los fines de semana de los Heraldos del Evangelio, en las Fiestas Agostinas han aprovechado para hacer un viaje cultural a los países hermanos de Guatemala y Costa Rica. El viaje ha comenzado el día 28 de julio y ha finalizado el 6 de agosto, Solemnidad de la Transfiguración del Señor. Sin duda ha sido un grata experiencia inolvidable para los viajeros. En Guatemala han podido visitar los lugares más importantes de la Capital guatemalteca de los cuales  merece ser recordados la Catedral, dedicada a Santiago Apóstol, La Merced y la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, Patrona del país. También visitaron la Antigua de Guatemala dejándoles un gran recuerdo las monumentales calles y edificios históricos. Entre otras visitas, recalcamos la ida al Auto Safari Chapín, reserva de fauna silvestre, en que los jóvenes quedaron maravillados de poder ver a los animales tan de cerca.

En Costa Rica pudieron recorrer la acogedora, San José, capital del país. El Teatro Nacional, la Catedral, plazas y calles fueron la gran atracción del paseo capitalino. El Rosario de luces rezado en la plaza de la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica, el Parque natural del Volcán de Poas, las Ruinas de Ujarrás, el Canpy en Monteverde, fueron lugares, entre otros, que sin lugar a duda han marcado como una experiencia positiva en los corazones de todos los participantes.

Agradecemos de todo corazón a los Heraldos del Evangelio de Guatemala y Costa Rica por la excelente recepción que nos han brindado y pedimos a la Santísima Virgen que continúe bendiciendo todo el labor en pro de la juventud que realizan en sus respectivos países y también le pedimos a Ella de ser fieles a todas las gracias que derramó durante estos días inolvidables pasados juntos.

El Escapulario de la Virgen del Carmen

view1En la madrugada del día 16 de julio de 1251 Nuestra Señora se apareció al santo carmelita inglés, Simón Stock y le entregó el milagroso Escapulario del Carmen.

San Simón Stock era, por aquel entonces, Superior General de la Orden del Carmen. Se encontraba en una situación de mucha aflicción, ya que su Orden pasaba por dificultades muy serias, pues era despreciada, perseguida e incluso se veía amenazada con extinguirse.

Hombre de fe viva, San Simón no cesaba de implorar socorro a la Santísima Virgen y también le pedía una señal sensible de que sería atendido.

Conmovida por las angustiadas súplicas de este hijo suyo tan fervoroso, Nuestra Señora le trajo del Cielo el santo Escapulario y le dirigió estas palabras:

“Recibe, hijo muy predilecto, el Escapulario de tu Orden, señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los carmelitas.”

“Todos los que mueran revestidos de este Escapulario no padecerán el fuego del Infierno. Es una señal de salvación, refugio de los peligros, alianza de paz y pacto para siempre.”

A partir de esta misericordiosa intervención de la Madre de Dios, la orden carmelita volvió a florecer en todo el mundo. Y el Escapulario pasó a recorrer su milagrosa trayectoria, en señal de alianza de Nuestra Señora con los carmelitas y con toda la humanidad.

Setenta años después, Nuestra Señora se le apareció al Papa Juan XXII y le hizo una nueva promesa, considerada como complemento de la primera:

“Yo, como tierna Madre de los carmelitas, bajaré al purgatorio el primer sábado después de su muerte y los libraré y conduciré al Monte Santo de la vida eterna”.

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Esta segunda promesa de Nuestra Señora dio origen a la célebre Bula Sabatina del Papa Juan XXII, publicada el 3 de marzo de 1322, confirmada posteriormente por otros Pontífices como Alejandro V, Clemente VII y Pablo III.

Al comienzo, el Escapulario era uso exclusivo de los religiosos carmelitas. Posteriormente, la Iglesia, con el deseo de extender los privilegios y beneficios espirituales de ese uso a todos los católicos, simplificó su tamaño y autorizó que su recepción estuviese al alcance de todos.

De qué está compuesto el Escapulario y cómo se puede recibir

El Escapulario del Carmen se compone de dos piezas de lana, de color marrón, unidas entre sí por dos cordones.

El primer escapulario, solamente, tiene que estar bendecido y ser impuesto. Tanto la bendición como la imposición valen para todos los escapularios que substituyan al primero. Después que lo hemos recibido, debemos usarlo siempre y continuamente.

Como recibir y usar el Escapulario

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1 – Cualquier sacerdote tiene poder para bendecir e imponer el Escapulario.

2 – Esa bendición e imposición valen para toda la vida, por lo tanto, basta recibirlo una vez.

3 – Cuando el Escapulario se desgaste, basta sustituirlo por uno nuevo.

4 – Aún cuando alguien tenga la infelicidad de dejar de usarlo durante algún tiempo, puede simplemente retomar su uso, no es necesaria otra bendición.

5 – Una vez recibido, el debe ser usado siempre, de preferencia en el cuello, en todas las ocasiones, aún mientras la persona duerme.

6 – En casos de necesidad extrema, como enfermos en hospitales, si el Escapulario le fuere retirado, el fiel no pierde los beneficios de la promesa a Nuestra Señora.

7 – En casos de peligro de muerte, aún un laico puede imponer el Escapulario. Basta recitar una oración a Nuestra Señora y colocar en la persona un escapulario ya bendecido por algún sacerdote.

8 – El Papa San Pío X autorizó sustituir el Escapulario por una medalla que tenga de un lado el Sagrado Corazón de Jesús y del otro una imagen de Nuestra Señora. Pero la recepción debe ser hecha con el escapulario de tela.

FÓRMULA BREVE PARA LA IMPOSICIÓN

“Recibe este Escapulario, signo de una relación especial con María, la Madre de Jesús, a aquien te comprometes a imitar. Que este Escapulario te recuerde tu dignidad de cristiano, tu dedicación al servicio de los demás y a la imitación de María.

¡Llévalo! como señal de su protección y como signo de tu pertenencia a la familia del Carmelo, dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y a empeñarte en el trabajo por la construcción de un mundo que responda a su plan de fraternidad, justicia y paz.”

Privilegios del Escapulario del Carmen

“No, no basta decir que el Escapulario es una señal de salvación. Yo sostengo que no hay otra que haga nuestra predestinación tan segura…” (San Claudio de la Colombière, S.J.)

1. Es una señal de alianza con Nuestra Señora. Con su uso, manifestamos nuestra consagración a Ella

2. Es una señal de salvación. Quien muere con él no padecerá el fuego del infierno.

3. La Santísima Virgen librará del purgatorio, el primer sábado después de la muerte, a todos los que lo porten.

4. Es una señal de protección en todos los peligros.

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Fuentes: Salvadme Reina de Fátima y Herlados del Evangelio

San Benito, el Varón del que nació una Civilización

view2El orgulloso y otrora invicto Imperio Romano se desmoronaba bajo los golpes devastadores de las hordas bárbaras. Ejércitos y murallas, instituciones y costumbres, todo era barrido por la marea montante de los nuevos dominadores.

“¡El navío se hunde!” – exclamaba san Jerónimo, que escribió con tristeza al ser informado de la caída de Roma: “Mi voz se extingue, los sollozos embargan mis palabras. ¡La ilustre capital del imperio ha sido tomada!”

La civilización parecía extinguirse en un dramático ocaso sin esperanza.

Sin embargo, una estrella relucía en la desconcertante oscuridad, señalando el verdadero rumbo de los acontecimientos: en la ciudad de Hipona, cercada por los vándalos, san Agustín escribía De civitate Dei (“La Ciudad de Dios”), proclamando el naufragio irremediable del mundo nacido del paganismo, mientras la Ciudad de Dios – la Santa Iglesia Católica– no sólo jamás sería destruida, sino que triunfaría siempre por sobre cualquier adversidad.

Pero, ¿qué medios y qué hombres emplearía Dios para que del caos emergiera el orden y el esplendor?

Vocación de varón providencial

En los tiempos evangélicos, el Divino Maestro había llamado a oscuros pescadores para ser las columnas de su Iglesia. Ahora, el Espíritu Santo elegía a un joven para renovar esa sociedad convulsa e instaurar una nueva civilización.

No obstante –¡oh paradoja!– ese muchacho, cuyo nombre era Benedicto (Benito), nacido en el 480 de una noble familia de Nursia, sintió el llamado del Señor para seguirlo en el silencio y la oración.

Sus padres lo enviaron a estudiar a Roma. Pero muy pronto se percató de que, si quería corresponder al anhelo sobrenatural que ardía en su corazón, no podía quedarse en ese mare mágnum , mezcla de barbarie y cultura romana decadente.

Así, en la flor de la juventud y sin haber manchado nunca su inocencia bautismal, abandonó su casa, haberes y estudios en pos de un lugar yermo donde poder adquirir el conocimiento y el amor de Dios.

“Deseaba más los desprecios que las alabanzas del mundo”

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La ciudad de Enfide (actual Affile), a casi 50 km. de Roma, fue el sitio elegido para su recogimiento. Ahí se instaló con su antigua nodriza, que le prestaba los servicios domésticos.

Un pequeño incidente casero fue motivo para su primer milagro. Un día encontró llorando a su nodriza porque había dejado caer descuidadamente un colador de arcilla, que había pedido prestado a una vecina para colar el trigo. Compadeciéndose, Benito tomó los trozos del colador, se puso en oración y el instrumento se recompuso de modo tan perfecto, que no mostraba la menor señal de fractura.

En seguida corrió la noticia del milagro, trayéndole mucha fama. Pero él, que según relata el Papa san Gregorio Magno “deseaba más los desprecios que las alabanzas de este mundo” , huyó de la casa de Enfide, buscando refugio en un solitario lugar llamado Subiaco, donde se alojó en una minúscula gruta.

Una gran tentación, una victoria definitiva

A camino de Subiaco se encontró con Romano, un monje que habitaba un monasterio cercano. En días determinados, Romano descolgaba un pedazo de pan hasta la gruta de Benito. Durante un tiempo esta fue la única comida del joven ermitaño. Pero pronto se hizo conocido en la región y muchas personas, en busca de alimento para sus almas, le llevaban comida para su cuerpo.

En este período el joven sufrió las más duras tentaciones del demonio. Fuertemente probado en cierta ocasión contra la virtud de la pureza, se sintió a punto de ceder y hasta de abandonar su soledad. Pero con la ayuda de la gracia divina, reaccionó, se despojó de su vestimenta y se arrojó sobre una mata de espinos y ortigas, contra la cual se refregó largo tiempo. Salió cubierto de heridas, pero con el alma liberada de la tentación.

Intento de envenenamiento

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En los tres años que pasó en ese lugar de completo aislamiento, se esparció la fama de su santidad. Habiendo fallecido el abad de un monasterio próximo, los monjes vinieron a pedirle que asumiera la vacante. Al comienzo Benito se negó, pero ante la gran insistencia de los religiosos terminó por aceptar. Al cabo de un tiempo, sin embargo, esos tibios monjes decidieron matarlo, arrepentidos de traer como superior a un hombre que exigía el camino de la perfección. Le presentaron una jarra de vino envenenado. El santo hizo una gran señal de la cruz y la vasija se despedazó.

Comprendiendo claramente el significado del hecho, ese mismo día Benito abandonó el claustro de monjes relajados y regresó a la querida soledad de su gruta.

Nace la orden benedictina

El brillo de sus virtudes y la fama de sus milagros atrajeron a muchos varones, que con ansias sobrenaturales fueron a la gruta para vivir bajo su dirección. Así se formaron sucesivas comunidades. San Benito erigió en total doce monasterios en el lugar, eligiendo un abad para cada casa. Se había fundado la orden benedictina.

En esa época, Subiaco comenzó a ser visitado por personas importantes de Roma que traían a sus hijos para educarlos según el espíritu benedictino. Entre éstos el santo abad reclutó a dos de sus mejores discípulos: san Mauro y san Plácido.

Gran taumaturgo

Dios concedió en abundancia el don de milagros a su siervo.

El abastecimiento de agua de tres de los monasterios construidos en la alta montaña imponía grandes trabajos a los monjes, que solicitaron cambiarse. Esa noche, Benito rezó durante un buen tiempo en aquel sitio, y antes de bajar marcó un punto con tres piedras. Al día siguiente dijo a los monjes:

– Vayan y caven en las rocas donde encuentren tres piedras superpuestas.

Hecho esto, brotó agua en abundancia hasta hoy.

Benito había aceptado como monje a un hombre de raza goda, “pobre de espíritu”. Un día le encomendó desbrozar los matorrales junto a la ribera del lago para poder plantar un huerto. El hombre cortaba las matas con vigor, cuando la hoz se desprendió para caer más allá, en las profundidades del lago. Afligido, fue a confesar su “falta” a san Mauro. Benito, puesto al par de lo sucedido, fue al lugar e introdujo en el agua la punta del mango. La hoz subió desde el fondo del lago y se adhirió otra vez a la madera. – Toma, trabaja y no te aflijas más– dijo el santo abad al monje. Muchos otros milagros realizó Dios por intermedio de su fiel servidor. Curó enfermos, salvó del peligro a muchas personas, expulsó demonios, hizo caminar a un monje sobre las aguas y hasta resucitó a un niño muerto.

“Yo estaba presente…”

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Otro don singular que quiso concederle el Señor fue poder estar presente en espíritu junto a sus hijos espirituales, donde fuera necesaria su vigilancia de Padre y Fundador. Dos episodios ilustran ese prodigioso privilegio.

La regla prescribía que los monjes no comieran ni bebieran nada cuando salían del monasterio a cumplir algún encargo. Un día, dos monjes que se quedaron fuera hasta muy tarde, aceptaron la hospitalidad de una piadosa mujer, quien les sirvió alimento y bebida. Volviendo al monasterio, fueron a pedir la bendición a san Benito, que los interpeló:

– ¿Dónde comieron?

– En ningún lugar– respondieron.

– ¿Por qué mienten? ¿No entraron acaso en casa de tal mujer y ahí comieron tal y tal cosa, y bebieron tantas otras veces?

Los dos culpables se postraron a sus pies y le pidieron perdón.

Había cerca de Subiaco una comunidad de virtuosas mujeres consagradas al servicio del Señor, a las que el santo enviaba con frecuencia un monje para su asistencia espiritual. Cierto día, el monje encargado de la misión aceptó de regalo algunos pañuelos que ocultó bajo su hábito en el pecho. Regresando al convento, se quedó estupefacto cuando san Benito lo amonestó severamente pues, habiéndose olvidado ya de la falta cometida, no entendía el motivo de la reprimenda. Entonces el santo abad le dijo: “¿Acaso no estaba yo presente cuando recibiste de las siervas de Dios los pañuelos que guardaste en tu pecho?”

Blanco de persecuciones

En todo tiempo y lugar, es característico que los santos sean blancos de la incomprensión y del odio de los secuaces del demonio. El sacerdote de una iglesia cercana a Subiaco, llenándose de envidia, empezó a difamar el género de vida de Benito, tratando de alejar de su santa influencia a todos los que podía. Viendo frustrados sus esfuerzos, envió como obsequio a Benito un pan envenenado para matarlo. Fracasado también este intento, llegó al extremo de introducir en el jardín del monasterio a siete mujeres de mala vida, con la esperanza de corromper a los jóvenes monjes.

Comprendiendo que todo se hacía para perseguirlo personalmente, Benito nombró representantes suyos en cada uno de los doce monasterios fundados, y se retiró de Subiaco.

Monte Cassino, el camino de la restauración

Marchó entonces a Cassino, una ciudadela fortificada a medio camino entre Roma y Nápoles. Había ahí un templo pagano donde los campesinos de la región tributaban culto a Apolo. Alrededor del templo mantenían cuidadosamente algunos bosques en los que ofrecían sacrificios al demonio. Llegando al lugar, el hombre de Dios destruyó el ídolo, abatió los bosques y transformó el edificio en iglesia erigiendo un oratorio a san Juan Bautista y otro a san Martín de Tours.

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Enseguida, dio comienzo a la construcción del famoso monasterio de Monte Cassino, que tuvo por único arquitecto al santo abad y como constructores a los propios monjes.

O El monasterio de Monte Cassino fue la respuesta de Dios a la decadencia del mundo de su época. Ejemplo de gobierno patriarcal y de sociedad verdaderamente cristiana en medio de naciones bárbaras, ejerció una influencia enorme sobre las costumbres privadas y públicas, tanto en el orden espiritual como en el temporal. Obispos, abades, príncipes y hombres de todas las clases visitaban al santo, ya sea para pedirle un consejo, ya sea por la amistad y estima que sentían por él. Poderosos de la época, a veces luego de conquistas y victorias, acudían a refugiarse secretamente en Monte Cassino para imbuirse un poco del espíritu benedictino.

Así, tras el desplome del Imperio Romano, se descubrió el camino para la renovación.

La Regla de los monjes

Mientras levantaba el edificio del nuevo monasterio, san Benito erigía interiormente la obra benedictina sobre una base más firme que la roca, escribiendo su inspirada y famosísima Regla de los Monjes. Su objeto era desprender las trivialidades del corazón humano, facilitando que el alma se elevara sin obstáculos hasta Dios, con una siempre serena forma de proceder, de cara a la vida eterna. Con su conocido aforismo Ora et Labora (“Reza y trabaja”), la Regla tiene el mérito de armonizar en el monje la oración y la acción, el ascetismo y la mística.

La Regla escrita por san Benito produjo benéficos frutos en toda la cristiandad. Este sabio conjunto de normas se mantuvo en vigor durante ocho siglos en casi todos los monasterios de Occidente.

Murió de pie, como valiente guerrero

El santo abad anunció con meses de antecedencia la fecha de su muerte. Seis días antes, mandó preparar su sepultura. Enseguida lo acometió una violenta fiebre. Como la enfermedad se agravaba cada vez más, el día anunciado se hizo llevar al oratorio donde, fortalecido por la recepción de la Santísima Eucaristía y apoyado en los brazos de sus discípulos, murió de pie con las manos elevadas al cielo y los labios pronunciando la última oración.

Era el 21 de marzo de 547. Fue enterrado en el lugar donde había levantado antes el oratorio de san Juan Bautista, en Monte Cassino.

La última visita de Santa Escolástica

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Escolástica, fundadora de la rama femenina de la orden benedictina, era hermana melliza de san Benito y estaba consagrada a Dios desde su infancia. Cada año le hacía una visita para conversar sobre los asuntos referidos a la vida eterna. El santo abad la recibía en una casa perteneciente al monasterio de Monte Cassino, situada no lejos de ahí.

El año de la partida de la santa al cielo (547), vino como de costumbre y su santo hermano fue a recibirla en la mencionada casa, acompañado por algunos discípulos. Pasaron todo el día en santos coloquios, que se prolongaron hasta avanzadas horas de la noche. Presintiendo la cercanía de su propia muerte, Escolástica dijo a su hermano:

– Te suplico que no te vayas ahora, para poder conversar hasta mañana sobre las alegrías de la vida celestial.

– ¡¿Qué me dices, hermana?! ¡De ninguna manera puedo pasar la noche fuera del monasterio!

Frente a esa respuesta, Escolástica apoyó su cabeza entre sus manos y rezó por algunos instantes. Hasta entonces el cielo estaba diáfano y sereno; pero cuando la santa levantó la cabeza, se desató una lluvia torrencial, con relámpagos y truenos tan violentos que el abad y sus discípulos no podían pensar siquiera en salir de la casa.

– ¡Que Dios todopoderoso te perdone, hermana! ¿Qué has hecho?

– Te supliqué y no me quisiste atender. Rogué a mi Señor y Él me escuchó. Ahora sal si puedes, y vuelve al monasterio…

San Benito comprendió que debía conceder a la fuerza lo que, por amor a la regla, no había querido otorgar voluntariamente. Y así pasaron la noche en vela, discurriendo sobre la vida espiritual.

Tres días después, mientras se hallaba en su celda, san Benito vio el alma de santa Escolástica abandonar su cuerpo bajo la forma de una paloma y volar rumbo al cielo. Comunicó el hecho a los monjes y envió a algunos para buscar ese santo cadáver, que fue depositado en la tumba que el santo había preparado para sí.

“Así, ni la misma sepultura pudo separar los cuerpos de los que tuvieron sus almas siempre unidas en el Señor” – concluye san Gregorio Magno en su obra “Vida de San Benito”.

La Medalla de San Benito

Explicación del anverso:

En las antiguas medallas aparece, rodeando la figura del santo, este texto latino en frase entera: Eius in óbitu nostro preséntia muniámur. “Que a la hora de nuestra muerte, nos proteja tu presencia”. En las medallas actuales, frecuentemente desaparece la frase que es sustituida por esta: Crux Sancti Patris Benedicti, o todavía, más simplemente, por la inscripción: Sanctus Benedictus.

Explicación del reverso:

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* En cada uno de los cuatro lados de la cruz vemos las letras: C. S. P. B. que corresponden a las letras iniciales de la frase en latín: Crux Sancti Patris Benedicti. Cruz del Santo Padre Benito.

* En el palo vertical de la cruz vemos las letras: C. S. S. M. L. que corresponden a las letras iniciales de la frase en latín: Cruz Sácra Sit Mihi Lux. Que la Santa Cruz sea mi luz.

* En el palo horizontal de la cruz vemos las letras: N. D. S. M. D. que corresponden a las letras iniciales de la frase en latín: Non Dráco Sit Mihi Dux. Que el demonio no sea mi guía.

* Empezando por la parte superior derecha, en el sentido de las agujas del reloj vemos las letras: V. R. S. que corresponde a la frase en latín: Vade Retro Sátana. ¡Apártate Satanás! – N. S. M. V. Numquam Suáde Mihi Vána. No me aconsejes cosas vanas – S. M. Q. L. Sunt Mála Quae Libas. Es malo lo que me brindas – I. V. B. Ípse Venéna Bíbas. Bebe tú mismo tu veneno.

En la parte superior, encima de la cruz suele aparecer unas veces la palabra PAX y en las más antiguas IESUS.

No cabe duda que la medalla de San Benito es una de las más apreciadas por los fieles católicos. A ella se le atribuyen poder y remedio, ya sea contra ciertas enfermedades de hombre y animales, ya contra los males que pueden afectar al espíritu, como las tentaciones del poder del mal. Es frecuente también colocarla en los cimientos de nuevos edificios como garantía de seguridad y bienestar de sus habitantes.

El origen de esta medalla se fundamenta en una verdad y experiencia del todo espiritual que aparece en la vida de San Benito tal como nos la describe el Papa San Gregorio en el Libro II de los Diálogos. El Padre de los monjes usó con frecuencia del signo de la cruz como signo de salvación, de verdad, y purificación de los sentidos. San Benito quebró el vaso que contenía veneno con la sola señal de la cruz hecha sobre él. Cuando los monjes fueron perturbados por el maligno, el santo manda que hagan la señal de la cruz sobre sus corazones. Una cruz era la firma de los monjes en la carta de su profesión religiosa cuando no sabían escribir. Todo ello no hace más que invitar a sus discípulos a considerar la Santa Cruz como señal bienhechora que simboliza la pasión salvadora de Nuestro Señor Jesucristo, por la que se venció el poder del mal y de la muerte.

La medalla tal como hoy la conocemos , se puede remontar al siglo XII o XIV o quizá a época anterior y tiene su historia. En el siglo XVII, en Nattenberg de Baviera (Alemania), en un proceso contra unas mujeres acusadas de brujería, ellas reconocieron que nunca habían podido influir malignamente contra el monasterio benedictino de Metten porque estaba protegido por una cruz. Hechas, con curiosidad, investigaciones sobre esa cruz, se encontró que en las tapias del monasterio se hallaban pintadas varias cruces con unas siglas misteriosas que no supieron descifrar. Continuando la investigación entre los códices de la antigua biblioteca del monasterio, se encontró la clave de las misteriosas siglas en un libro miniado del siglo XIV. En efecto, entre las figuras aparece una de San Benito alzando en su mano derecha una cruz que contenía parte del texto que se encontraba sólo en sus letras iniciales en las astas cruzadas de las cruces pintadas en las tapias del monasterio de Metten, y en la izquierda portaba una banderola con la continuación del texto que completaba todas las siglas hasta aquel momento misteriosas.

Mucho más tarde, ya en el siglo XX, se encontró otro dibujo en un manuscrito del monasterio de Wolfenbüttel representando a un monje que se defiende del mal, simbolizado en una mujer con una copa llena de todas las seducciones del mundo. El monje levanta contra ella una cruz que contiene la parte final del texto consabido. Es posible que la existencia de tal creencia religiosa no sea fruto del siglo XIV sino muy anterior.

El Papa Benedicto XIV , en marzo de 1742, aprobó el uso de la medalla que había sido tachada anteriormente, por algunos, de superstición. Dom Guéranger, liturgista y fundador de la Congregación Benedictina de Solesmes, comentó que el hecho de aparecer la figura de San Benito con la Santa Cruz, confirma la fuerza que su signo obtuvo en sus manos. La devoción de los fieles y las muchas gracias obtenidas por ella es la mejor muestra de su auténtico valor cristiano.

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Fuentes:
Revista Heraldos del Evangelio, Julio/2005, n.24, p. 23 a 25
Site:http://www.starnews2001.com.br/benedictus.html

El nombre de la Virgen era María

En este video hecho por los Heraldos del Evangelio de España, se reproduce una de las más bellas oraciones de la Iglesia Católica: Invoca  a María, la Estrella del Mar, de el gran santo mariano, San Bernardo de Claraval.

San Bernardo de Claraval nacido en Castillo de Fontaine-lès-Dijon (Borgoña) en 1090 y fallecido en el Monasterio de Claraval el 20 de agosto de 1153— fue un monje cisterciense francés y abad del monasterio de Claraval.

Con él, la orden del Císter se expandió por toda Europa y ocupó el primer plano de la influencia religiosa. Participó en los principales conflictos doctrinales de su época y se implicó en los asuntos importantes de la Iglesia. En el cisma de Anacleto II se movilizó para defender al que fue declarado verdadero papa, se opuso al racionalista Abelardo y fue el apasionado predicador de la segunda Cruzada.

Es una personalidad esencial en la historia de la Iglesia católica y la más notable de su siglo. Ejerció una gran influencia en la vida política y religiosa de Europa.

Sus contribuciones han perfilado la religiosidad cristiana, el canto gregoriano, la vida monástica y la expansión de la arquitectura gótica.

La Iglesia católica lo canonizó en 1174 y lo declaró Doctor de la Iglesia en 1830.

Iglesia de los Heraldos del Evangelio ahora es Basílica

7286512442_682ec80fb4_z“Entre los templos sagrados de la Diócesis de Bragança Paulista en Brasil, se destaca merecidamente la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, erigida en la ciudad de Caieiras, a la cual los fieles de la región acostumbran dirigirse a fin de implorar el poderoso auxilio de aquella que es la Llena de Gracia, para que conduzca su existencia según los preceptos del Evangelio”: así inicia el Breve pontificio por medio del cual el Papa Benedicto XVI elevó la iglesia Madre de los Heraldos del Evangelio a la categoría de Basílica Menor. La nueva Basílica se ubica en las afueras de San Pablo, la gran megalópolis brasileña

En solemne y majestuosa ceremonia eucarística -como corresponde a tan importante acontecimiento-, fue entregado en el día de ayer el Breve apostólico, que está firmado por el Cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone.

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En el Breve, Su Santidad Benedicto XVI expresa que, tras el requerimiento hecho por el obispo de Bragança Paulista el pasado 1 de marzo, “en nombre del clero y también del pueblo”, en el cual se pedía al Pontífice que se honrase “este templo con el título y dignidad de Basílica Menor, Nós, deseando dar pruebas de especial benevolencia, con sumo agrado por las fervorosas oraciones, juzgamos que debe ser concedido”.

Con suma alegría y gratitud fue recibido el documento por Mons. João Scognamiglio Clá Días, superior de los Heraldos del Evangelio, y por las decenas de sacerdotes y centenas de laicos consagrados de la comunidad reunidos en la nueva Basílica para la ocasión, quienes manifestaron ya su certeza de que el deseo del Papa -manifestado también en el Breve de erección- se realizará con creces: “Estamos seguros de que la honra concedida incitará el corazón de los fieles a venerar cada vez más a la Santísima Madre de Dios y de la Iglesia”.

Para que un templo pueda alcanzar el título de basílica, lo que ocurre por medio de un Breve Apostólico, se deben cumplir varios requisitos: Debe ser un templo de regio esplendor, con arquitectura destacada; el templo debe ser foco espiritual de una comunidad que es santuario para la multitud de devotos que acuden a él; y que bajo sus bóvedas, posea un tesoro espiritual y sagrado, dando culto ininterrumpido al Señor, a la Virgen y al Santo venerado en él.

Mañana con María en San Juan Nonualco

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El pasado domingo 27, Solemnidad de Pentecostés, en San Juan Nonualco, Diócesis de San Vicente, los Heraldos del Evangelio en conjunto con el párroco, Fray Idelfonso Mejía Flores ofm.,  se llevó a cabo una “Mañana con María”, unas de las iniciativas de apostolado de los Heraldos del Evangelio que consiste en pasar una mañana en compañía de la Santísima Virgen con reflexiones marianas, obras de teatros, charlas, etc., con la participación muy especial del Apostolado de los Oratorios de las diversas comunidades de la parroquia.

El evento comenzó a las 8.00am. frente al cementerio para que los numerosísimos participantes se dispusieran en filas para la procesión, hasta la parroquia de San Juan Bautista, llevando en triunfo a la imagen del Inmaculado Corazón de María de Fátima, por las calles de la ciudad, ricamente adornadas para la ocasión.

Llegando a la iglesia parroquial fray Idelfonso coronó, solemnemente la imagen de Nuestra Señora y dirigió unas palabras de bienvenida; a seguir tuvo lugar la obra de teatro “El Mendigo Valiente”. La charla “La presencia de María en Pentecostés” fue seguida con interés por parte de los fieles.

Esta “Mañana con María” fue coronada con la celebración de la Eucaristía solemnizada por el coro y los instrumentos de los Heraldos del Evangelio.

Primera Misa del P. Javier en El Salvador

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En el día de María Auxiliadora, en la Casa de los Heraldos del Evangelio, el Padre Javier Pérez, celebró su primera misa en El Salvador. Después de la Hora Santa, tuvo lugar la tan esperada misa en la cual el P. Javier recalcó en su homilía la importancia de escuchar la palabra Dios, pero sobre todo ponerla en práctica, para así poder ser hermano, hermana y madre de Nuestro Señor. Luego de la Santa misa, hubo un ágape fraterno en el cual se pudo demostrar las manifestaciones de cariño hacia el neo sacerdote.

El padre Javier Pérez fue ordenado el 19 de marzo, fiesta de San José, en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en el Seminario Thabor de los Heraldos del Evangelio en Caieras, Sao Paulo, por Don Benito Beni dos Santos, Obispo Diocesano de Lorena, San Pablo.

Día de las Madres con los Heraldos del Evangelio

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El pasado domingo 20 de mayo, en la Casa de los Heraldos del Evangelio de El Salvador se festejó con mucha emoción, el Día de las Madres.

Después de la Eucaristía, celebrada por el P. Fernando Gioia EP., hubo un emocionante e impactante obra teatro sobre el amor materno y filial. Obra de teatro que no sólo arrancó aplausos del selecto público, sino también lágrimas…

Los jóvenes participantes, después del teatro, obsequiaron a sus mamás un hermoso recuerdo consistente en una hermosa rosa y una tarjeta con la foto de la Madre de todas las madres.

Para finalizar, esta tarde inolvidable, hubo un animado almuerzo familiar con Bingo, en el cual todos pudieron llevarse un grato recuerdo, pero el recuerdo más grato fue, sin lugar a duda, los momentos felices pasados juntos.

95º Aniversario del las Apariciones de la Virgen de Fátima

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Nadie de los fieles en El Salvador dudaba que, en la ceremonia en honor a la Virgen de Fátima, celebraríamos, en la Parroquia Corazón de María, una firme, intensa, emocionante, fervorosa y especial conmemoración, que vendría a corroborar una vez más que su Inmaculado Corazón triunfa  por doquiera  que vaya en un pueblo deseoso de la protección  materna y divina.

Pasadas las 5 de la tarde hacía su entrada solemne la imagen del Inmaculado Corazón de María en andas al son de las trompetas anunciaban melodiosamente la relevancia del evento.

La Santa Misa fue celebrada por el Nuncio Apostólico en El Salvador, Mons. Luigi Pezzuto y concelebrada por el párroco de Corazón de María, P. Sentre CM., el P. Fernando Gioia EP. y el Padre Michael Carlson, EP.

Después de la homilía, la imagen del Inmaculado Corazón de María, fue solemnemente coronada por el Sr. Nuncio.

Momentos de mucha emoción, sin duda, de tan bella ceremonia dedicada a la Virgen Santísima, fue cuando finalizada la Santa Misa, una procesión con la imagen, recorrió los pasillos de una abarrotada iglesia a la luz de cientos y cientos de velas que los fieles subían y bajaban al ritmo cadencioso de un multitudinario canto del “13 de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iría”.

Todo el mundo quería tomarle fotos o tocarle, a una Imagen resplandeciente que nos hacía sentir la madre de todos nosotros.

fotografías:  Fernando Martell y Mario Diaz

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