En la Solemnidad de La Inmaculada Concepción, ofrecemos a nuestros lectores un pequeño trecho del “Pequeño Oficio de la Inmaculada, Comentado“, de autoria de Nuestro Fundador, Mons. Juan Clá Dias,
La evocadora belleza de este cuerpo celeste, refulgiendo en los albores del día constituye una expresiva representación del esplendor de la verdadera Estrella de la Mañana, María Santísima.
María es símbolo de la estrella
El Pe. Jourdain nos da algunas razones por las que Nuestra Señora está representado por el símbolo de la estrella: “El símbolo de la estrella encaja perfectamente en María. Nos hace comprender mejor sus inefables grandezas y lo que Ella representa para nosotros. «El sol es Jesucristo y María es la estrella», dice Hugo de San Víctor (…)
“Algunos astros sacan su luz del sol. María Santísima declara que Ella también sacó su luz del Sol de Justicia, Jesucristo. «Aquel que es poderoso -dice Ella- hizo en mí maravillas y su nombre es santo». Ella refleja tan perfectamente la luz divina, que la Iglesia no duda en aplicarle varios pasajes de la Sagrada Escritura que La conciernen, en primer lugar, la Sabiduría increada. (…)
“La estrella permanece siempre en el firmamento y jamás desciende a la tierra. La Santísima Virgen siempre llevó una vida sobrenatural: todos sus afectos estaban en el Cielo; nunca puso su espíritu en cosas terrenas y mundanas. Así el Esposo alabó su rostro diciendo que «Ella es como el Monte Carmelo» (Cánt. VII,5). Así como la cumbre del Carmelo nunca se cubrió de nubes y gozó siempre de un aire puro, así el alma de María jamás se inquietó por afectos terrenos y desordenados: Ella resplandecía con celestial serenidad. (…)
“Los antiguos veían la vida de las estrellas como incorruptible, inaccesible; de igual modo la destrucción que el tiempo proporciona a las cosas de la tierra. María estuvo exenta de toda corrupción: su carne no conoció la ruina del sepulcro, porque no tuvo origen en su alma el pecado.
“Una estrella extiende su luz con gran resplandor, sin menoscabo de su esencia. La Bienaventurada Virgen María, del mismo modo, sin detrimento de su virginidad, concibió en sus purísimas entrañas a Cristo, la Luz del mundo. (…)
“Las estrellas influyen sobre las criaturas terrenas, iluminándolas y contribuyendo a su desarrollo. Sin la luz del sol, de la luna y las estrellas el universo caería en una especie de caos. La bienaventurada Virgen María influye del mismo modo sobre el mundo oscurecido por las tinieblas del pecado: Ella lo ilumina, lo protege y lo conserva bajo su autoridad, de tal modo que, si Ella no existiera, hace ya mucho tiempo que el mundo habría desaparecido. (…)
“Una estrella, a pesar de su aparente inmovilidad, recorre con gran rapidez y perfecta regularidad distancias inimaginables. Así también, la Santísima Virgen recorrió una larguísima trayectoria en la vida de perfección y de los méritos, que sobresalió sobre todos los Santos y los Ángeles. (…) María es igualmente de una tal perseverancia, de una firmeza tan inconmovible, que siguió la voluntad de Dios sin apartarse jamás de Ella.
“Las estrellas dirigen a los que viajan, sobretodo a los navegantes; lo mismo nos dirige María en esta tierra de exilio y conduce a buen puerto a los que navegan por este ancho mar del mundo.