Ofrecemos a nuestros lectores un pequeño trecho del “Pequeño Oficio de la Inmaculada, Comentado“, de autoria de Nuestro Fundador, Mons. Juan Clá Dias,
Comentando el capítulo de los Proverbios (VIII,22-31) usado por la Liturgia en la celebración de la Natividad de Nuestra Señora, San Juan Eudes escribe:
“[María] estuvo presente con el Creador del universo, cuando Él asentaba los cielos, regulaba el movimiento de los astros, y cuando cercaba los abismos; cuando formaba el aire y los vientos y daba consistencia a las nubes en lo alto; cuando ponía límites al mar, para que las aguas no sobrepasasen sus confines; cuando asentaba los cimientos de la tierra.
¿Cómo se entiende esto?. ¿De qué modo esta sagrada Virgen estaba con Dios en la Creación del mundo, y de qué manera hizo todo con Él?
Estaba con Dios porque Él la llevaba siempre en su espíritu y en su corazón, y consideraba cuidadosamente todas las perfecciones naturales y sobrenaturales diferentemente repartidas entre todas las criaturas, para recogerlas un día y reunirlas todas en Aquella que había sido destinada para ser la Soberana del universo. Por esta razón, San Epifanio La llama: «Misterio del Cielo y de la tierra», porque Dios puso en esta maravillosa Virgen como en un resumen y compendio, todo lo que hay de más hermoso en el Cielo y en la tierra”.
En ese mismo sentido, el Pe. Jourdain transcribe este comentario de un piadoso autor: “Dios se confirma en la creación de los Ángeles, de los Arcángeles, de los Querubines y de los Serafines; se confirma en la creación del cielo material, de los astros, del sol, de la tierra y de las criaturas que la contienen. Creando todos esos seres, Dios prenunciaba su obra maestra por excelencia, la creación de María, que ella misma sería el preludio de la creación de la humanidad del Salvador. Todo se aplicaba a Jesús y a María, todo les representaba, todo preparaba su venida a la tierra para el rescate de los hombres y la glorificación de Dios”.