Consagración a Nuestra Señora

En la Solemnidad de La Asunción de María a los Cielos un grupo de amigos y papás de jóvenes que frecuentan las actividades de los Heraldos del Evangelio, se han consagrado a Jesús por las manos de María, según el conocidísimo método de San Luis María Grignon de Monfort. En la solemne Eucaristía, celebrada por el P. Alvaro Mejía EP, tuvo lugar dicha consagración.

 Después de un profundo estudio del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, de San Luis, y de haber cumplido con las prescripciones de las oraciones y meditaciones durante los 33 días de preparación, se escogió esta fecha mariana para realizar la tan esperada consagración y con esto servir a Dios de una manera más perfecta, es decir, haciéndose todo dependientes de Aquella que es la Medianera de todas las Gracias.

Una reflexión sobre la Santa Misa

El “corre, corre”, del día a día, nos hace olvidar -más bien dicho nos hace ignorar- cuánto es el valor de la misa. Tanto así, que cuando es domingo o una fiesta de precepto, el demonio o nosotros mismos, por nuestro propio egoísmo y comodidad de vida decimos, – hoy no voy a ir a misa -.O bien vamos y no prestamos ningún interés o atención.

Si conociésemos realmente lo que es la misa, qué valor tiene, seguro que nunca más repetiríamos esa frase.

Por eso compartimos estas consideraciones, de San Leonardo de Porto Maurizio, que nos ayudarán a conocer, amar la Santa Misa y sobre todo hacer un examen de conciencia.

“¡Oh, mundo ignorante, que nada comprendes de misterios tan sublimes! ¿Cómo es posible estar al pie de los altares con el espíritu distraído y el corazón disipado, cuando los Ángeles están allí temblando de respeto y poseídos de un santo temor a vista de los efectos de una obra tan asombrosa?”.

“Pueblos insensatos, pueblos extraviados, ¿qué hacéis? ¿Cómo no corréis a los templos del Señor para asistir santamente al mayor número de Misas que os sea posible? ¿Cómo no imitáis a los Santos Ángeles, quienes, según el pensamiento del San Juan Crisóstomo, al celebrarse la Santa Misa bajan a legiones de sus celestes moradas, rodean el altar cubriéndose el rostro con sus alas por respeto, y esperan el feliz momento del Sacrificio para interceder más eficazmente por nosotros?” Porque ellos saben muy bien que aquel es el tiempo más oportuno, la coyuntura más favorable para alcanzar todas las gracias del cielo. ¿Y tú? ¡Ah! Avergüénzate de haber hecho hasta hoy tan poco aprecio de la Santa Misa. Pero, ¿qué digo? Llénate de confusión por haber profanado tantas veces un acto tan sagrado”.