San José: El Cruzado de Luz

En su más reciente libro, Monseñor João Clá Dias, EP, desvenda una visión inédita del esposo de María Santísima y revela la altísima misión que le cabe en la implantación del Reino de Ella. Transcribimos aquí algunos de los trechos compuestos por el fundador de los Heraldos del Evangelio para la introducción de esta obra.

Al enviar su Hijo al mundo, el Padre bien sabía que Él estaría cercado del odio desenfrenado y mortal de los malos, como evidenciará el sangriento episodio del martirio de los Santos Inocentes ordenado por Herodes. Entretanto, no lo hizo nacer en un inexpugnable castillo construido sobre la roca, no lo llenó de ejércitos numerosos y disciplinados, ni le concedió una compañía de guardias que lo escoltasen. ¡Las soluciones de Dios son siempre más bellas!

El pequeño Jesús ya estaba amparado por el afecto de la mejor de las madres, pero para defenderlo de tantos riesgos un solo hombre fue escogido: José, a quien el propio Padre Eterno eligió para ser, en esta tierra, el padre virginal de Jesús. Él será el brazo fuerte del Todopoderoso para custodiar y salvar de los más variados peligros al Hijo de Dios y su Madre Santísima.

Por eso, San José fue un varón dotado de altísima sabiduría, de vigor indomable y de intachable inocencia. Nadie, en toda la Historia, alió como él la más fina inteligencia a la más íntegra pureza, constituyéndose en pieza clave de la victoria del bien sobre el mal.

Alma ardiente y contemplativa, pero impregnada de cariño

El Autor, Mons. João Clá Dias, no conoce una presentación del perfil moral de San José más apropiada a introducir el lector en el estudio de la vida, las virtudes y los excepcionales dones del casto esposo de Nuestra Señora, que la descripción hecha por Plinio Corrêa de Oliveira:

Casado con Aquella que es llamada de Espejo de Justicia, padre adoptivo del León de Judá, San José debía ser un modelo de fisionomía sapiencial, de castidad y de fuerza. Un hombre firme, lleno de inteligencia y criterio, capaz de hacerse cargo del secreto de Dios. Un alma de fuego, ardiente, contemplativa, pero también impregnada de cariño.

Descendía de la más augusta dinastía que ya hubo en el mundo, esto es, la de David. […] Como príncipe, conocía también la misión de que estaba imbuido, y la cumplió de forma magnífica, contribuyendo para la preservación, defensa y glorificación terrena de Nuestro Señor Jesucristo. ¡En sus manos confiara el Padre Eterno ese tesoro, el mayor que jamás hubo y habrá en la Historia del universo! Y tales manos solo podían ser las de un auténtico jefe y dirigente, un hombre de gran prudencia y de profundo discernimiento, así como de elevado afecto, para cercar de la ternura adoradora y veneradora necesaria al hijo de Dios humanado.

Al mismo tiempo, un hombre listo para enfrentar, con perspicacia y firmeza, cualquier dificultad que se le presentase: fuesen las de índole espiritual e interior, fuesen las originadas por las persecuciones de los adversarios de Nuestro Señor. […]

Acostúmbrase apreciar y alabar, con justicia, la vocación de Godofredo de Bouillon, el victorioso guerrero que, en la Primera Cruzada, comandó las tropas católicas en la conquista de Jerusalén. ¡Es una linda proeza! Él es el cruzado por excelencia.

¡Sin embargo, mucho más que retomar el Santo Sepulcro es defender al propio Nuestro Señor Jesucristo! Y de eso San José fue gloriosamente encargado, tornándose el caballero-modelo en la protección del Rey de reyes y Señor de señores (1).

Misteriosa participación en el plan hipostático

En esta obra, Monseñor João desea presentar el genuino perfil del gran Patriarca de la Iglesia, a fin de fomentar, con todo énfasis, la auténtica devoción en relación a su extraordinaria figura.

San José fue un héroe insuperable, un verdadero Cruzado de la Luz; en síntesis, el hombre de confianza de la Santísima Trinidad. Su fuerza está profundamente ligada a su virginidad, pues la pureza íntegra es la única capaz de originar en el corazón humano las energías necesarias para enfrentar las dificultades con ánimo resoluto y total certeza de la victoria.

Sin duda, San José es el mayor Santo de la Historia, dotado con una vocación más alta que la de los Apóstoles y la de San Juan Bautista, como apuntan autores avalados (2).
Esta afirmación se apoya en el hecho de que el ministerio de San José está íntimamente unido a la Persona y misión redentora de Nuestro Señor Jesucristo, participando de modo misterioso, conforme será tratado en momento oportuno, del plan hipostático.
Tal proximidad con Dios hecho Hombre le permitió beneficiarse como nadie, después de Nuestra Señora, de los efectos de la Encarnación, habiendo sido santificado de forma superabundante por ese Niño Divino que lo llamaría de padre, aunque San José no haya concurrido para su generación natural.

Él todavía no mostró la fuerza de su brazo

Tampoco era conveniente que el escogido para ser el esposo virgen de Nuestra Señora no estuviese a la altura de la criatura más pura y más santa salida de las manos de Dios. ¿En función de eso, se puede aventar la hipótesis de que él fue santificado desde su concepción, como su Esposa?

Estas y otras consideraciones relativas al Santo Patriarca atraerán nuestra atención a lo largo de estas páginas.

De hecho, muchas verdades aún no manifestadas sobre la persona de San José deben ser proclamadas desde lo alto de los tejados, a fin de dejar patente la grandeza oculta de ese varón. Tanto más que, en esta hora de crisis y de tragedia en la cual se encuentra el mundo y la Iglesia, su figura ha de tomar un realce providencial. El casto esposo de María aparecerá en todo su esplendor, como nunca antes en la Historia, para que los fieles recurran a él como insigne defensor de los buenos.

Sí, San José ya fue proclamado Patrono de la Santa Iglesia, pero todavía no mostró a la humanidad la fuerza de su brazo. ¡Tempus faciendi! Están llegando los días en que, bajo el amparo del padre virginal de Jesús, los escogidos de Dios harán grandes proezas a fin de instaurar el Reino de Cristo sobre la tierra, Reino de paz y de pureza, Reino también, porque no decirlo, de María y de José.

(Transcrito, com pequenas adaptaciones, de: CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio. São José: quem o conhece? São Paulo: Lumen Sapientiæ, 2017 – in “Revista Arautos do Evangelho”, agosto/2017, n. 188, p. 32 a 33)

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1- CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. São José, esposo de Maria e pai adotivo de Jesus. In: Dr. Plinio. São Paulo. Ano II. N.12 (Mar., 1999); p.14-15; 17.
2- Cf. SUÁREZ, SJ, Francisco. Misterios de la vida de Cristo. Disp.VIII, sec.1- 2. In: Obras. Madrid: BAC, 1948, t.III, p.261-281.

Fuente: Gaudium Press

El Don de Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira

libroEn una edición conjunta de la Libreria Editrice Vaticana y el Instituto ‘Lumen Sapientiae’ de los Heraldos del Evangelio, ha sido lanzada la obra “El Don de Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira”, texto que consta de cinco volúmenes de los que ya han sido publicados dos, y el próximo agosto los siguientes tres. El estudio sobre el reconocido pensador y líder católico brasileño ha salido primero en portugués, su lengua materna, y prontamente verá la luz la edición en español.

El autor es Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP., fundador de los Heraldos del Evangelio, quien se declara discípulo fervoroso, seguidor incondicional y observador atentísimo del “Dr. Plinio”, como filialmente lo trataban sus seguidores. El lanzamiento del libro también conmemora una trascendental fecha en la vida del autor, pues fue el 7 de julio de 1956, hace 60 años, cuando Mons. João Clá conoció a Plinio Corrêa de Oliveira en la Basílica del Carmen de la gran megalópolis de América del Sur, San Pablo – Brasil. Desde ese momento, según refiere con suma alegría el autor, se inició una estrechísima convivencia de 40 años en vida, y una unión mística que no concluye.

Verdaderamente para Mons. João Clá Plinio Corrêa de Oliveira es más que un maestro, es su “amado padre, modelo y guía”, más que merecedor de una valiosa colección sobre su “profética figura”.

mons.juanLos cinco volúmenes de “El Don de Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira”, buscan también llenar unos vacíos: Son muchos los escritos dedicados al Dr. Plinio; entretanto, “en algunos se encuentra una concepción parcial de su abarcadora personalidad”, mientras que “en otros se procura deformar su imagen, presentándola a través de un prisma torcido o irreal”, según se declara en el prólogo del libro. La obra de Mons. João Clá -por su estrecha relación, la voz más autorizada para hablar del Dr. Plinio- busca colocarse en la perspectiva correcta, que es el designio de Dios sobre Plinio Corrêa de Oliveira.

La obra de Mons. João Scognamiglio Clá Dias ha tenido una larga, juiciosa y examinada preparación académica, pues es ella la ampliación de la tesis del autor para la obtención del grado de Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, Colombia, en el año 2010, tesis que obtuvo la máxima nota, ‘Summa cum laude’. Esta ‘versión ampliada’, desbordante de hechos ilustrativos, historias de vida, y enseñanzas de su propio protagonista “facilita al gran público la comprensión de este hombre que atravesó el Siglo XX de punta a punta, y marcó de forma indeleble los siglos venideros”.

libro.monseño.gaudiumpressLos textos buscan “ofrecer una descripción minuciosa de las mociones del Espíritu Santo en el alma del Dr. Plinio, especialmente mediante el don de sabiduría”, según pudo constatarlo al vivo el autor. En sus líneas se acompaña con complacencia y beneficio espiritual el maravilloso relato de la vida de Plinio Corrêa de Oliveira, desde cuando vio la luz y sus primeros recuerdos (Vol. I – Inocencia, el inicio de la sabiduría), pasando por su juventud (Vol. II – Juventud: La sabiduría puesta a prueba), su pronto despuntar como hombre público y como luchador por la causa católica (Vol. III – Configurase la misión); sus grandes sufrimientos para consolidar una obra (Vol. IV – Víctima expiatoria) y su venerable y noble ocaso (Vol. V – Plenitud: “Combatí el buen combate”), el cual no es un punto final, pues según sustenta el autor, Plinio Corrêa de Oliveira y su misión viven a través de sus hijos espirituales, él se torna inmortal en su obra, su espíritu en ella continúa vivo y activo.

Para mayor información, hacer clic aquí.

Si desea conocer la versión pdf de la última revista de los Heraldos del Evangelio, que trata sobre el libro de la vida del Dr. Plinio, hacer clic aquí.

Gaudium Press / Saúl Castiblanco

Madre Del Buen Consejo

cabeceraEnvuelta en una nube luminosa, la imagen de la Madre del Buen Consejo se trasladó de Albania a la ciudad de Genazzano (Italia), iniciando un desfile ininterrumpido de milagros y gracias.

En las lejanas tierras de Albania, más allá del Adriático, se encuentra la pequeña ciudad de Scútari. Edificada en una escarpada colina a cuyos pies fluyen los ríos Drina y Bojana, desde el siglo XIII tenía en su poder un precioso tesoro: la hermosa imagen de “Santa María de Scútari”. El santuario que la albergaba era el centro de peregrinación más concurrido del país, un importante punto de referencia para los albaneses en materia de gracias y consuelo espiritual.

viewLa imagen es una pintura realizada sobre una delgada capa de estuco, de 31 cm. de ancho por 42,5 cm. de largo. Una penumbra de misterio y milagro cubre los orígenes del sagrado fresco: nadie sabe cuándo ni por quién fue pintado.

Intimidad y unión de alma

Detengámonos un poco a contemplar esta maravillosa pintura. Representa a la Santísima Virgen con inefable afecto maternal, amparando en sus brazos al Niño Jesús bajo un sencillo arco iris. Los colores son suaves, y finos los trazos de los admirables semblantes.

El Niño Jesús refleja el candor de su corta edad y la sabiduría de quien observa toda la obra de la creación como Señor del pasado, del presente y del futuro. Con indescriptible cariño, el Divino Infante presiona ligeramente su rostro contra el de su Madre. Entre ambos existe una atractiva intimi dad; la unión de almas se trasluce en el intercambio de miradas. La Virgen, en altísimo acto de adoración, parece es­tar ocupada en adivinar lo que sucede en lo íntimo del Hijo. Al mismo tiem­po, toma en consideración al fiel que se arrodilla afligido a sus pies, hacién­dolo partícipe, de alguna manera, en la celestial convivencia que el cuadro nos ofrece. No hace falta decir nada; bas­ta con que el necesitado se aproxime, y sentirá producirse en su alma una acción balsámica.

Scanderbeg, varón Providencial

A mediados del siglo XIV Albania atravesaba grandes dificultades. Después de ser disputada durante siglos entre los pueblos vecinos, era invadida entonces por el poderoso imperio turco.

Sin estructura militar capaz de oponerse al enérgico adversario, el pueblo rezaba con angustia, confiándose al auxilio del cielo. La respuesta a tales oraciones no se hizo esperar: en la emergencia surgió un varón de Dios, de noble estirpe y devotísimo de María, decidido a luchar por la Patrona y por la libertad de su país. Su nombre fue Juan Castriota, en 2albanés llamado Scanderbeg.

A costa de inmensos esfuerzos bélicos, logró mantener la unidad y la fe de su pueblo. Las crónicas de su tiempo exaltan las hazañas realizadas por él y por los valerosos albaneses que lucharon a su lado estimulados por su ardor.

Cuando los combates les daban tregua, se arrodillaban todos a los pies de “Santa María de Scútari”, de donde salían fortalecidos y obtenían portentosas y decisivas victorias contra el enemigo de la fe. En eso reluce una característica de aquella que el mundo conocería en el futuro como Madre del Buen Consejo: fortalecer a todos los que, combatiendo el buen combate, se le aproximan buscando aliento y valor.

Sin embargo… al cabo de 23 años de luchas, Scanderbeg fue llevado de esta vida. La falta del piadoso líder era irreparable.

Todos presentían que la derrota estaba próxima. El pueblo se encontraba ante la trágica encrucijada de abandonar la patria o someterse a la esclavitud turca.

Envuelta en una nube luminosa

En esa situación de perplejidad, la Virgen del fresco se aparece en sueños a dos valientes soldados de Scanderbeg, llamados Georgis y De Sclavis, para ordenarles que la sigan en un largo viaje. La imagen les inspiraba una gran confianza y arrodillarse a sus pies era motivo de gran consuelo para ellos.

Cierta mañana estando ambos sumidos en fervorosa oración, ven el más grande milagro de sus vidas.

El maravilloso fresco se desprende de la pared y, llevado por ángeles

envuelto en una blanca y luminosa nube, va retirándose suavemente del recinto. ¡Resulta fácil imaginar la reacción de los buenos hombres! Atónitos, siguen a la Virgen que avanza por los cielos de Scútari. Cuando se dan cuenta, están a orillas del Mar Adriático. ¡Habían recorrido treinta kilómetros sin sentir cansancio! Siempre rodeada por la blanca nube, la milagrosa imagen avanza mar adentro.

3Perplejos, Georgis y De Sclavis no quieren dejarla; y entonces verifican, estupefactos y eufóricos, que bajo sus pies las aguas se convierten en sólidos diamantes, regresando al estado líquido tras su paso. ¡Qué milagro! Tal como san Pedro en el lago de Genezaret, estos dos hombres caminan sobre el Adriático guiados por la propia “Estrella del Mar”.

Sin saber decir cuánto tiempo caminaron, ni cuántos kilómetros dejaron atrás, los buenos devotos ven nuevas playas. ¡Estaban en la península itálica!
Pero… ¿dónde estaba Santa María de Scútari? Miran a uno y otro lado, escuchan otro idioma, sienten un ambiente tan diferente a su Albania …

Pero ya no ven a la Señora de la luminosa nube. Había desaparecido. ¡Qué gran prueba! Comenzaron entonces una búsqueda infatigable. ¿Dónde estaría Ella ?

Petruccia, una mujer de Fe

En esa misma época, en la pequeña ciudad de Genazzano, no lejos de Roma, vivía una piadosa viuda llamada Petruccia de Nocera.

Para entonces ya era una octogenaria mujer de mucha rectitud, terciaria de la orden agustina, y cuya modesta herencia apenas le alcanzaba para vivir.

Petruccia era muy devota de la Madre del Buen Consejo, venerada en una vieja iglesia de Genazzano. La piadosa señora recibió del Espíritu Santo la siguiente revelación: “María Santísima, en su imagen de Scútari, desea salir de Albania”.
Si la comunicación sobrenatural la sorprendió, todavía más asombro causó en ella recibir de la Virgen misma la orden expresa de levantar el templo que debería recibir su fresco, así como la promesa de ser ayudada en el tiempo oportuno.

4Comenzó, pues, Petruccia la construcción de la pequeña iglesia. Empleó todos sus recursos… que se terminaron cuando las paredes sólo llegaban al metro de altura. Los escépticos habitantes de la pequeña ciudad convirtieron a la viuda en blanco favorito de sus burlas y sarcasmos, llamándola loca, visionaria, imprudente y anticuada. Pero ella atravesó confiada esta prueba tal como Noé, de quien se mofaban todos mientras construía el arca.

“¡Un milagro! ¡Un milagro!”

Era el día 25 de abril de 1467, fiesta de san Marcos, patrono de Genazzano.

A las dos de la tarde, Petruccia parte camino a la iglesia, pasando por la bulliciosa feria donde se ofrece desde tejidos de Génova y Venecia hasta un elixir de eterna juventud o un “poderosísimo” licor contra cualquier tipo de fiebre.

En medio del vocerío, el pueblo siente una melodía de singular belleza venida del cielo. Se impone el silencio. Todos notan que la música proviene de una nubecita blanca, tan luminosa que ofusca los propios rayos del sol, la cual baja gradualmente hacia la pared in conclusa de una capilla lateral. La muchedumbre acude estupefacta, ocupa el pequeño recinto y ve deshacerse la nube.

Ahí estaba suspendido en el aire, sin ningún soporte visible el sagrado fresco, la Señora del Buen Consejo. “¡Un milagro, un milagro!”, gritan todos. ¡Qué alegría para Petruccia y qué consuelo para Georgis y De Sclavis cuando pudieran llegar allá! Se confirmaba el superior designio de la construcción iniciada, y empezaba en Genazzano un largo e ininterrumpido desfile de milagros y gracias obrados por la Virgen.

El Papa Pablo II, tan pronto como supo de los hechos, envió a dos prelados de confianza para investigarlos.

Éstos confirmaron la veracidad de lo que se decía, y atestiguaron diariamente innumerables curaciones, conversiones y prodigios realizados por la Madre del Buen Consejo. En los primeros 110 días después de la llegada, se registraron 161 milagros.

Consejo, corrección, orientación: grandes favores

Entre sus grandes devotos se destacan los papas san Pío V, León XIII –que introdujo a la Madre del Buen Consejo en la letanía lauretana–, san Pío X, Pablo VI y Juan Pablo II; y también numerosos santos como san Pablo de la Cruz, san Juan Bosco, san Alfonso de Ligorio o san Luis Orione. En el propio Santuario de Genazzano puede venerarse el cuerpo incorrupto del Beato Steffano Bellesini, uno de sus párrocos, gran propagandista de la 5devoción a la Madre del Buen Consejo.

Los milagros más grandes María los realiza en el interior del alma, aconsejando, corrigiendo, orientando.

Quien pueda venerar el milagroso cuadro de la Madre del Buen Consejo en Genazzano comprobará personalmente el torrente de gracias que brota de su semblante celestial, y comprenderá por qué razón quien haya estado alguna vez allá, sueña con regresar un día a esa sublime intimidad.

El fresco de Nuestra Señora del Buen Consejo de Genazzano

En la pequeña y bella ciudad de Genazzano, se encuentra un fresco de más
de siete siglos de existencia. Hasta hoy se desconoce dónde y por quién fue pintado. ¿Habrá sido su autor un ángel? ¿Será originario del Paraíso? Son preguntas osadas. Se comprende que ellas surjan, cuando se conoce la historia de los efectos producidos por esa piadosísima imagen, a lo largo del tiempo

6El fresco causa la impresión de haber sido pintado hace pocos días, incluso si se observa de cerca. Entretanto, hace 535 años que se encuentra junto a la pared de una capilla lateral de la iglesia. Más aún: según atestiguan los documentos, ¡se ha mantenido suspendido en el aire durante todo ese tiempo! Fue él trasladado de Scutari, Albania, a Genazzano por acción angélica.

Así describe esos sobrenaturales acontecimientos uno de los mayores entendidos en la materia:

“Traída por manos angélicas, se encontró [la imagen] suspendida allí en la rústica pared de la nueva iglesia, y con tres nuevos singularísimos prodigios entonces ocurridos. (…) La celeste pintura estaba sustentada por virtud divina a un dedo de la pared, suspendida sin fijarse en ella; y éste es un milagro tanto más estupendo si consideramos que la referida Imagen está pintada con colores vivos en una fina camada de revoque, con la
cual se destacó por sí misma de la iglesia de Scutari, en Albania; como aún por el hecho, comprobado mediante experiencias y observaciones hechas, de que, al tocarse en la Santa Imagen, esta cede” (Fray Angelo María De Orgio, Istoriche di Maria Santísima del Buon Consiglio, nela Chiesa de´Padri Agostiniani di Genazzano, 1748, Roma, p. 20)

En el S. XIX, otro estudioso de renombre observó del celestial fenómeno:

7“Todas esas maravillas [de la Santa Imagen] se resumen, en fin, en el prodigio continuo que consiste en encontrar hoy esta Imagen en el mismo lugar y del mismo modo como ella fue ahí dejada por la nube en el día de su aparición, en la presencia de todo un pueblo que tuvo entonces la felicidad de verla por primera vez. Ella se posó a una pequeña altura del piso, a una distancia de aproximadamente un dedo de la pared nueva y rústica de la capilla de San Blas, y allí quedó, suspendida sin ningún soporte” (Raffaele Buonanno, Memorie Storiche della Immagine di Maria SS. Del Buon Consiglio che si venera in Genazzano, Tipografia dell´Immacolata, Nápoles, 20 ed., 1880, p. 44).

En la fiesta del bautismo de San Agustín y de San Marcos, patrono de Genazzano, el 25 de abril de 1467, alrededor de las cuatro de la tarde, una celeste melodía comienza a hacerse por los más variados rincones de la ciudad. Un gran número de personas, reunidas en la plaza del mercado, se ponen a indagar maravilladas de donde vienen los sublimes y arrebatadores acordes. Y he aquí que una divina sorpresa pasa delante de los ojos de todos: en medio de rayos de luz, una pequeña nube blanca desciende hasta una pared de la ya mencionada iglesia, cuyas campanas comienzan a repicar fuertemente y solas. Prodigio aún mayor: al unísono, la totalidad de las campanas de la ciudad tocan con energía.

Al deshacerse lentamente los rayos de luz y la nube, el bellísimo fresco que hasta hoy allí se encuentra pudo ser contemplado por el pueblo, y desde ese día no cesó de derramar copiosas gracias sensibles, haciendo justicia a la preciosa

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Mons. João Clá, Fundador de los Heraldos del Evangelio, delante de Nuestra Señora del Buen Consejo, en Genazzano

También los Heraldos del Evangelio son devotos suyos. Tienen mucho que agradecerle por favores y gracias más importantes que la cura de enfermedades corporales.

invocación de Madre del Buen Consejo.

La noticia de tan extraordinario acontecimiento se esparció por toda Italia, como un relámpago. Dos días más tarde, se inicia una verdadera avalancha de milagros: un poseso se libra de los demonios, un paralítico camina con naturalidad, una ciega recupera la vista, un joven empleado recién fallecido resucita… En los ciento diez primeros días, María del Buen Consejo distribuye ciento sesenta y un milagros a sus fieles devotos.

Peregrinos de todo el país se mueven para recibir los beneficios de la Madre de Dios.

Delante del santo fresco, una cosa es constante: ninguno de los pedidos que le son dirigidos deja la Virgen de atender de alguna manera. En la dudas, en las perplejidades e incluso en las pruebas, después de un cierto tiempo de oración—mayor o menor, dependiendo de cada caso—María Santísima hace sentir en el fondo del alma en dificultades su sapiencial y maternal consejo, acompañado de mudanzas de fisonomía y de color de la pintura. Es indescriptible ese especialísimo fenómeno.

Fue en Genazzano, a los pies del santo fresco de la Madre del Buen Consejo, que nacieron los Heraldos del Evangelio. Allí, Ella los inspiró, orientó y fortaleció. Por eso, a ejemplo de tantos otros, los Heraldos del Evangelio la consideran como su patrona. Además, por privilegio concedido por el Santo Padre, lucran en el día de su fiesta, 26 de abril, una indulgencia plenaria.

9Revista Heraldos del Evangelio, Abril/2002, n. 4, p. 24-25 y Abril/Mayo 2003, n. 5, p. 32 a 33)

¿Cómo habrá sido la figura personal de nuestro Señor Jesucristo?

LOS EVANGELIOS NADA NOS TRAEN SOBRE SU FIGURA. MUCHOS VIDENTES TRANSMITIERON LO QUE CONTEMPLARON. PERO, DIFÍCIL ES DESCRIBIR A QUIEN, DOTADO DE TODAS LAS CUALIDADES HUMANAS, ERA INCONCEBIBLEMENTE BELLO.

coDesde los primeros tiempos de la era cristiana los hombres bregaban en imaginar cómo habrá sido la figura personal de Nuestro Señor Jesucristo. Su porte, su caminar, su fisonomía, su mirada, su voz. Lo que se tenía, y también hoy, son meras conjeturas. Incontables son las formas en que ha sido representado Jesús a lo largo de estos veinte siglos del Cristianismo. Ninguna puede considerarse la original. En aquellos tiempos no era permitido hacer cuadros o esculturas, la ley se lo impedía a los judíos por temor a la idolatría.
Los Evangelios nada nos traen sobre su figura. Todo nos viene a través del arte y de la literatura. Jesús naciendo, enseñando, curando, expulsando demonios, calmando las aguas, transfigurado, flagelado, en la Cruz, resucitado, ascendiendo a los Cielos.
Muchos videntes transmitieron lo que contemplaron.
Pero, difícil es describir a quien, dotado de todas las cualidades humanas, era inconcebiblemente bello. Las multitudes iban detrás de Él, su atractivo era avasallador. El Salmo 44 lo describe como “el más hermoso de los hijos de los hombres”. Estas consideraciones nos llevan a imaginar y admirar la figura Divina del Hijo de Dios hecho hombre.
El arte lo representó acentuando sea su dulzura, sus momentos de oración, en el dolor. Tantas maravillas tiene el Señor Jesús que se hace imposible reconstruir su personalidad.
Vestía como todos sus compatriotas, ajeno a la ostentación pero sin desaliño, nunca como la afectación de los fariseos. Con su túnica, obra de manos de su Santísima Madre, a la cintura una sencilla correa. Su manto adornado en los extremos con borlas como mandaba el Deuteronomio y, en sus pies, unas simples sandalias.
Dice el conocido comentarista de los Evangelios, Fillion, que “era dotado de un privilegio
único: el de ser extraordinariamente santo, extraordinariamente puro, pues el Espíritu Santo mismo lo había formado en el seno de la Virgen”.
Otros escritores afirman su parecido con su Santísima Madre. Sus sagradas manos son las que más los Evangelios nos presentan, si bien que no las describen. Cuando acariciaba a los niños que le presentaban, cuando distribuye el pan, manos que tocan y curan, manos que hacen un látigo para expulsar los vendedores del templo, que paran la tempestad, que lavan los pies de los apóstoles, que levantan el cáliz en la Última Cena. 1762_M_1d57b903Manos… que acaban clavadas en la cruz.
Las multitudes se admiraban de sus palabras, “todo el pueblo le oía pendiente de sus labios” pues “jamás hombre alguno ha hablado como este hombre”. Cuando Pedro trata de disuadirle de la Pasión, lo increpa: “Apártate de mí, Satanás”. Al recriminar la hipocresía farisaica de “raza de víboras”. Sus palabras tienen la fuerza de exhortar indicando el camino: “Quien quiera venir en pos de mí, tome su cruz y sígame”. O expresan dolor al decir: “¡Jerusalén, Jerusalén!… ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!” En el Huerto de los Olivos al responder “Ego sum” (Yo soy), haciendo caer por tierra a los alguaciles.
En su agonía en la Cruz responde a la súplica del ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Su voz tenía todos los timbres y tonalidades.
Sobre su sagrado rostro es de lo que los Evangelios menos nos relatan. San Agustín confesaba: “Ignoramos por completo cómo era su rostro”. Mismo teniendo la reliquia de la Sábana Santa de Turín, en la que se refleja el rostro de Jesús; así como también el Velo de la Verónica, la mujer que enjugó su rostro en el camino al Calvario; se hace difícil considerar cómo era la fisonomía de Jesús.
De la mirada del Salvador tantos momentos nos relatan los evangelios. Cuando vio por primera vez a Simón: “Tú, te llamarás Cefas”. Al joven rico que invitaba a seguirle: “Fijando su mirada en él, le amó”. Cuando el Sermón la Montaña: “Alzando los ojos a sus cenizas3discípulos decía: ‘b i e n av e n t u r a d o s . . . ’”. Al curar a quien tenía la mano paralizada en sábado: “Mirándoles con ira (a los fariseos), apenado por la dureza de su co r a z ó n ”. Al sentir que alguien lo había tocado, “miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho”, pone sus ojos bondadosos sobre la hemorroísa, recién curada. Los vendedores que profanaban el templo huyen ante el celo ardiente que chispea de sus ojos y de su boca, “no hagáis de la casa de mi Padre una cueva de bandidos”.
Eran miradas de bondad, de misericordia, tristes, dulces, hasta de santa cólera. Memorable fue al cruzarse con San Pedro que lo había traicionado, lo miró y el Príncipe de los Apóstoles comenzó a llorar de arrepentimiento; mirada que expresaba palabras de perdón. Destacadamente célebre fue, sin duda, cuando cruzó su mirada con la de su
Santísima Madre en el camino del Calvario.
Forzoso nos es renunciar a la semejante dicha de tener al menos un retrato auténtico de Jesús. Solo en el Cielo nos será dado ver a Jesús cara a cara y conocer sus sagrados rasgos y su personalidad por entero. Pues, ni los Evangelios, ni los demás libros del Nuevo Testamento, ni los escritores eclesiásticos más antiguos –concluye el escritor Fillion– nos han transmitido noticias ciertas sobre este particular.

CUARESMA: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”

QUE EL CAMINO CUARESMAL PRODUZCA CAMBIOS DE ACTITUD, TAN NECESARIOS EN EL MUNDO DE HOY RUMBO AL ORDEN Y LA PAZ, NO SOLO EN LA FAMILIA SINO ESPECIALMENTE EN LA SOCIEDAD.

5011_M_fa921190aQuien impone las cenizas al inicio de la Cuaresma al papa, pronunciando: “Conviértete y cree en el Evangelio” o “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”, es el cardenal sacerdote de la parroquia de Santa Sabina, en Roma.

Especial situación, y no menor preocupación, fue para el cardenal Jozef Tomko que sería, en su momento, quien las impondría a Juan Pablo II. Eran dos frases, una u otra, difíciles de decir, reconocía el purpurado en entrevista al L’Osservatore Romano (6-2-2008).

La primera frase, aludía este prelado, era el papa quien se la tendría que decir: “¿cómo puedo recordárselo yo al papa?” Más difícil era pronunciar la segunda, pues Juan Pablo II estaba en edad avanzada y “era como recordarle de nuevo lo que él no solo sabía, sino que lo sentía en su cuerpo”. Ante difícil elección, optaría por una fórmula que sabía no era suya, “sino las palabras de Dios ante las que todos debemos inclinar la cabeza”.

Lo narrado nos introduce en el camino de la Cuaresma, tiempo de combate espiritual, en que rechazando el mundo secularizado, nos invita a “escuchar la Palabra de verdad; vivir, hablar y hacer la verdad; evitar la mentira, que envenena a la humanidad y es la puerta de todos los males” (Benedicto XVI, 1-3-2006).

Las cenizas -bendecidas por el sacerdote- tienen su origen en los ramos quemados del año anterior. El ministro las coloca en la frente en forma de cruz. Permanecen así, durante el día, los católicos, con la marca de la cruz de Cristo en sus frentes, proclamando su fe con ufanía, ante el mundo descreído que los rodea.

Trae a la memoria, este ceremonial de luto y de dolor, nuestra fragilidad, el pecado, el fin de hombre y lo pasajero de los bienes de este mundo; nos compenetra de cómo debemos humillarnos y hacer penitencia.

El “conviértete y cree en el Evangelio” hace presente el caminar rumbo a una conversión auténtica y profunda. El “recuerda que eres polvo y al polvo volverás”, evoca lo efímero de nuestra naturaleza; pues, queramos o no, seremos transformados en polvo. Algunos sacerdotes pronuncian una u otra, sucesivamente, como que dejando en la mano del propio Dios, las palabras que recibirá el fiel al aproximarse.

cenizasProfundo es el simple rito, signo de verdadera penitencia, del deseo de una profunda “metanoia” espiritual, de un cambio de mentalidad que transforme y renueve al hombre. Iniciando el Miércoles de Ceniza y concluyendo el Jueves Santo, 40 días, de ahí el título de Cuaresma.

En este itinerario se nos invita a practicar con más intensidad tres obras de piedad: el ayuno, la limosna y la oración.

Ayunar. Abstenernos de comida, no es la única privación a practicar. Lo principal, decía Benedicto XVI, será “abstenernos del mal y de vivir el Evangelio. No ayuna de verdad quien no sabe nutrirse de la Palabra de Dios” (9-3-2011). Será renunciar al amor propio, a las faltas de paciencia, a las actitudes violentas con relación al prójimo, a la mentira, al consumismo.

La limosna deberá estar marcada por la prodigalidad hacia las necesidades de nuestro prójimo, especialmente de los que sufren. Mucho nos impactamos con la pobreza material, poco comprendemos que hay una mucho más dolorosa: “la pobreza espiritual”.

La oración. Tengamos una oración más fiel, que surja de nuestro corazón, que no sea apenas de los labios: “no todo el que dice ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre” (Mt 7, 21): orar, meditar, vivir la Palabra de Dios.

El tiempo cuaresmal invita a que cada familia, cada comunidad, aparten de sí todo lo que aleje de las cosas espirituales. Que se alimenten de la oración en familia, de la lectura de la Palabra de Dios, se acerquen al sacramento de la reconciliación, participen de la Eucaristía dominical, y siempre que puedan de la semanal.

Conversión, no apenas por estos 40 días, ni superficial, sino profunda. Que produzca cambios de actitud, tan necesarios en el mundo de hoy rumbo al orden y la paz, no solo en la familia, también y especialmente, en la sociedad. Que tengamos, por lo tanto, un sincero y profundo propósito de arrepentimiento y cambio de vida. Es lo que les deseo a todos y cada uno.

el Santo Rosario y la intervención de la Santísima Virgen en la historia de la humanidad

Numerosas muestras dio la Madre de Dios de predilección por el Santo Rosario, y una de ellas definió la supervivencia de la religión católica.

La Iglesia Católica dedica especialmente el mes de octubre a la promoción del rezo del Santo Rosario y celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario el día 07 como conmemoración de uno de los grandes favores que la Santísima Virgen otorgó a la Iglesia en 1571. Pero la devota práctica de la repetición del saludo del Arcángel Gabriel a la Madre de Dios tiene mucha más historia. Cuando las cuentas del Rosario se deslicen entre sus dedos durante este mes (y ojalá frecuentemente), puede estar seguro de que los siglos de la historia de la Iglesia, pasados y venideros, se escriben entre esas avemarías.

Una breve historia del Santo Rosario

santo domingoLos antecedentes del Santo Rosario se rastrean comúnmente a la recitación de los 150 Salmos del Rey David, una devota y antigua práctica que era accesible sólo a las personas instruidas, capaces de poseer y leer los textos. Muchos otros fieles conmutaban la oración por la repetición del saludo del Arcángel a la Santísima Virgen, a lo que se llamó el “Salterio de la Virgen”. Esta humilde oración reveló con el tiempo una especialísima predilección de la Madre de Dios, quien procuró elevarla a la devoción mariana más recomendada por los Pontífices en la historia.

En el Siglo XII, cuando el “Salterio de la Virgen” no tenía aún su forma actual, Santo Domingo de Guzmán recibió una revelación de enorme importancia. Habiendo hecho enormes penitencias por la difícil conversión de los albigenses, la Santísima Virgen le aconsejó su salterio como un arma mucho más eficaz que el flagelo con el cual se disciplinaba. El Santo se dirigió a la Catedral de Tours y convocó a los fieles para predicarles, pero se desató una terrible tormenta que sólo amainó con el rezo del salterio. Con esta señal sobrenatural comenzó un intenso apostolado para promover la devoción.

La labor apostólica de Santo Domingo obtuvo gran éxito de manos de la Santísima Virgen a través de esta oración, y su práctica se mantuvo en auge durante un siglo, hasta que fue paulatinamente cayendo en el olvido.

En 1349, en medio de la tragedia de la epidemia de la “muerte negra”, otro dominico, el P. Alan de la Roche vio una aparición de Nuestra Señora, quien le pidió personalmente restaurar la devoción del salterio. El religiosos, junto con los frailes de su comunidad comenzaron una nueva campaña de fomento de la práctica, esta vez dándole su forma actual con la autorización de la Iglesia.

¿Por qué octubre?

lepantoA pesar de que los milagros obrados por la intercesión de la Santísima Virgen son incontables, uno en especial mereció la institución del Día de la Virgen del Rosario el día siete de octubre. En el año de 1571, la civilización cristiana sintió que su supervivencia dependería de una batalla. La poderosa fuerza naval del Imperio Otomano desafió a la llamada Liga Santa: una armada formada por el Reino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. El enfrentamiento tenía tal importancia que Miguel de Cervantes, quien luchó aquel día, no dudó en llamarla “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”.

Durante la batalla, los católicos rezaron el Santo Rosario por solicitud del Papa San Pío V y, a pesar de las dificultades, las fuerzas cristianas consiguieron hacerse con la victoria. Por este motivo, se ordenó el toque de las campanas y una solemne procesión, adjudicando a la Santísima Virgen el triunfo e instituyendo la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias en la fecha de la confrontación: el 07 de octubre. El Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la solemnidad al de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario.

El Santo Rosario en nuestros días

Nuestra Señora de Fátima insistió en sus apariciones sobre la importancia del rezo del Santo Rosario.

Nuestra Señora de Fátima insistió en sus apariciones sobre la importancia del rezo del Santo Rosario.

En el mensaje de Fátima, en 1917, la Santísima Virgen actualiza para nuestra época el llamado a la oración del Santo Rosario y promete una vez más su intervención en la historia de la humanidad, dando origen a una renovada devoción. El Beato Juan Pablo II dedicó una Carta Apostólica a esta oración, en la que “el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor”. El propio Pontífice señaló que esta oración tuvo gran importancia en todos los momentos de su vida, de la que afirmó: “El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad”.

“El Santo Rosario no es una práctica piadosa del pasado, como oración de otros tiempos en los que se podría pensar con nostalgia”, afirmó por su parte en 2009 Benedicto XVI. “Al contrario, el rosario está experimentando una nueva primavera”. Siguiendo la reflexión del Beato Juan Pablo II, el Pontífice también renovó su invitación en 2012: ” invito a rezar el Rosario personalmente, en familia y en comunidad, colocándonos en la escuela de María, que nos conduce a Cristo, centro vivo de nuestra fe”.

Por estos motivos, y en unión a la riquísima tradición de amor a la Santísima Virgen, ninguna invitación puede ser mejor en este mes de octubre que honrar la piadosa costumbre de rezar devotamente el Santo Rosario. En el día de hoy, tal como en 1571 y en tantas otras oportunidades, la historia de los hombres y de la Iglesia de Cristo pende de la cadenilla y las cuentas de la más arraigada muestra de oración sincera a la Madre de Dios.

Fuente: Gaudium Press / Miguel Farías.

El Sagrado Corazón y los nueve primeros viernes

En las páginas sagradas de los Evangelios brota la devoción al Sagrado Corazón de Jesús abierto por la lanza de Longinos del cual brotó sangre y agua (cf. Jn 19, 34). También de este Corazón cruelmente traspasado nace, en un derramarse de amor por la humanidad, la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.co

Los años vieron esta devoción expandirse por todo el mundo. En la segunda mitad del siglo XVII, más precisamente en el año 1670, San Juan Eudes introdujo por primera vez una fiesta pública al Sagrado Corazón de Jesús. Apenas tres años después, en el monasterio de Paray-le-Monial, Francia, Santa Margarita María Alacoque pasó a recibir una serie de apariciones de nuestro Señor Jesucristo indicándole la devoción a Su Corazón Sagrado.

Santa Margarita María de Alacoque y el Sagrado Corazón de Jesús

En la octava de la fiesta de Corpus Christi de 1675 el Corazón de Jesús reveló a Santa Margarita: “He aquí el Corazón que tanto amó a los hombres, que nada guardó, hasta agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Como reconocimiento no recibo de la mayoría de ellos sino ingratitud, por sus irreverencias y sus sacrilegios, y por la frialdad y desprecio que tienen por mí en este sacramento de amor. Pero lo que me es más sensible es que son corazones consagrados que proceden así. Por eso yo te pido que el primer viernes, después de la octava del Santísimo Sacramento, sea dedicado a una fiesta particular, para honrar mi Corazón, comulgando, en este día, y haciéndole reparación de honra, por un pedido de disculpas, para reparar las indignidades que él recibió, durante el tiempo en que quedó expuesto en los altares. Te prometo también que mi Corazón se dilatará para esparcir, en abundancia, las influencias de su divino amor sobre los que le prestaren esta honra, y que consigan que ésta le sea dada” [1].

A lo largo de las apariciones el divino Corazón prometió a sus devotos; conceder su bendición sobre las casas donde su imagen sea expuesta y venerada; dar gracias especiales; la paz en las familias; la consolación en las aflicciones; ser el refugio durante la vida y principalmente en el momento de la muerte; bendecir todos sus trabajos y emprendimientos; ser una fuente inagotable de misericordia para los pecadores; perfeccionar las almas fervorosas; a los sacerdotes el poder de tocar las almas más empedernidas. Prometió también que aquellos que propaguen la devoción a Él tendrán sus nombres inscritos en su Corazón.

Los primeros Viernes

Durante la Acción de Gracias después de recibir la comunión, Santa Margarita recibe este importante comunicado del Corazón de Jesús: “Te prometo, por la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente obtendrá para todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes del mes consecutivos, la gracia de la penitencia final, que no morirán en mi enemistad, sin recibir los sacramentos y que mi divino Corazón será su refugio asegurado en la última hora. Nada temas, Yo reinaré a pesar de mis enemigos y de todos aquellos que buscarán oponerse”.

A partir de entonces el culto al Corazón de Jesús pasó a ser estimulado con enorme empeño por el Magisterio de la Iglesia. San Claudio la Colombière, sacerdote jesuita, quedó conocido como el apóstol del Sagrado Corazón de Jesús.

El Beato Pío IX, en el año 1856, extendió su fiesta por todo el orbe. León XIII consagró el mundo al Corazón de Jesús en 1899. La encíclica de Pío XII, Haurietis aquas, publicada el 15 de mayo de 1956 es una demostración más de cuánto los Romanos Pontífices han buscado difundir el amor a este Corazón que nos es presentado por el propio Jesús como fuente de paz y reparación: “Venid a mí, todos os que estáis afligidos bajo la carga, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, porque yo soy manso y humilde de corazón y encontrareis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga es leve”. (Mt 11, 28-30)

[1] DUFOUR, Gerard. Rezar 15 dias com Margarida Maria. São Paulo, Loyola, 01996. p. 55

Fuente: Gaudium Press

El Instituto Educacional María Auxiliadora, recibe la imagen de la Virgen de Fátima

maria_auxiliadora_2015_004De sus tantas manifestaciones de amor hacia Nuestra Señora, en el mes de María, el Instituto educacional María Auxiliadora, de las Hijas del Divino Salvador, fue recibir con toda veneración la imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima.

La augusta visita fue recibida por los más pequeños, guiados por los bachilleres, que entre cantos y oraciones llevaron la imagen en procesión por las calles de la ciudad.

Al llegar al Instituto, todos los alumnos la esperaban en el ingreso haciéndole una valla de honor.maria_auxiliadora_2015_008

Ya en la capilla, después de las palabras de bienvenida, fue coronada solemnemente, en nombre de todos, por una de las hermanas del Colegio, donde todos los presentes irrumpieron en una fuerte salva de palmas a la Madre del Cielo.maria_auxiliadora_2015_014

El Santo Rosario fue rezado durante toda la jornada, por turno, según los grados.

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La Santísima Virgen visita a los más pequeños

bloom_2015_025En el mes de María, el mes de las flores, el mes de las madres… la Santísima Virgen, madres de las madres, flor de las flores, visitó su jardín más precioso del hospital Benjamín Bloom, se trata del departamento de niños con cáncer donde la inocencia se une al sufrimiento, sufrimientos que completan los sufrimientos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo como nos enseña el Apóstol San Pablo en su carta a los Colosense (Col. 1, 24).bloom_2015_005

La visita comenzó con el rezo del Rosario con el personal médico, del Voluntariado Por Amor por los Niños y mamás de los pequeños internados. Después de la oración, se fue con la Imagen del Inmaculado Corazón de María, a las camas de los niños donde se les daba unas palabras de consuelo y de esperanza y ellos a su vez ofrendaban una bella rosa roja, símbolo del amor hacia tan bondadosa Madre.bloom_2015_015

Pidiendo que la Santísima Virgen bendiga, proteja y les dé fortaleza siempre a estos niños, a sus padres y todo el personal que les acompañan.